El estilo no se busca, te encuentra.
Retrato de Felipe IV pintado por Diego de Velázquez y copia realizada por Pablo Picasso.
Recuerdo que hace años le enseñé mi portafolio a un editor y tras observarlo detenidamente me dijo: Deberías intentar crearte un estilo propio y no salir de él.
Que aburrido, pensé, y luego me pregunté: ¿Qué es el estilo?
Responder esta pregunta categóricamente es difícil ya que nos llevaría a un análisis teórico que no tengo interés en llevar a cabo hoy y además, no sé si estoy cualificado para ello.
Parece una pregunta sencilla porque todo el mundo habla de estilo de forma coloquial. “me gusta ese estilo”, “es una persona con mucho estilo” o “quiero cambiar de estilo” son frases que podemos oír en cualquier momento mientras esperamos el autobús.
El diccionario es claro y concreto al respecto: Estilo es el modo o manera de hacer una cosa. Así que todos tenemos estilo. Yo lo tengo cuando dibujo y cuando escribo, mi madre lo tiene cuando cocina, el barrendero al pasar la escoba por la acera y vosotros al leer esta entrada.
Sin embargo cuando utilizamos la palabra estilo casi siempre vamos más allá y nos acercamos al concepto de estilo del que hablaba el editor. Buscamos rasgos comunes en la obra del ilustrador que lo identifiquen y lo diferencien del resto. En este caso considero que como creador no tengo ese estilo propio que me pedía el editor. Algunos de mis seguidores en instagram (@salitreilustra) me han dicho que reconocen mis dibujos, pero la verdad es que sigo con hambre de aprehender y sigo siendo permeable a cualquier autor que me interese y confieso que sin buscarlo conscientemente florecen detalles inspirados en la obra de esos autores entre los trazos de mis nuevos dibujos.
En mi caso, que soy autodidacta en esto del dibujo, creo que mi forma de dibujar es el resultado de la copia de tantos y tantos autores, dibujantes de cómics, pintores clásicos y ilustradores. Siempre que me ha atraído un autor o autora lo he copiado. Lo digo sin remordimientos, pues es la misma forma en que el bebé aprende a dar sus primeros pasos, por imitación de sus congéneres más próximos, y de la misma forma que ese bebé yo me he lanzado siempre a imitar a esos autores que me interesaban, intentando averiguar su proceso de trabajo, intentando asimilar su técnica.
Por su puesto y por suerte, no lo he logrado al cien por cien en ningún caso. Siento envidia de muchos de ellos por ser capaces de hacer lo que hacen, pero disfruto con lo que hago aunque no sea perfecto. Yo reconozco en mis dibujos influencias de todos esos autores admirados y sin embargo el resultado no creo que sea una copia de ninguno en particular.
Me encantaría tener la imaginación de Moebius, el trazo suelto de Max, La técnica de Velázquez o la sensibilidad de Rebeca Dautremer por citar algunos, pero no es así. Quizás el estilo no lo marca lo que somos capaces de hacer, quizás el estilo viene definido por nuestras carencias.
Por mi parte seguiré haciendo lo que me apetezca y afrontaré cada nuevo proyecto intentando que las ilustraciones se adapten al proyecto y no al revés. Explorando nuevas sendas que me hagan aprender y disfrutar del proceso, pues es en el proceso y no en el producto final donde reside realmente lo importante para el creador.
Hace poco vi la copia que hizo Picasso del retrato que pintó Velázquez de Felipe IV y me llevó a pensar que si uno de los más grandes pintores de la historia había utilizado este método para aprender, no tenía porqué avergonzarme de hacer lo mismo.
Me encantaría saber vuestra opinión al respecto.